Una campaña presidencial marcada por el tumulto y la discordia se acerca a su fin en el día de la elección, mientras los estadounidenses deciden si llevan a Donald Trump de vuelta en la Casa Blanca o si elevan a Kamala Harris al Despacho Oval.
Los votantes enfrentaban una difícil elección entre dos candidatos, que han ofrecido temperamentos y visiones completamente distintos para la economía más grande y la potencia militar dominante del planeta. Más de 82 millones de personas votaron anticipadamente. Aquellos que votaron el día de las elecciones en su mayoría encontraron un proceso fluido en todo el país, con informes aislados de contratiempos que regularmente ocurren, incluyendo largas filas, problemas técnicos y errores en la impresión de boletas.
Trump votó en Palm Beach, Florida, cerca de su club Mar-a-Lago, y dijo después que se sentía “muy confiado”.
“Se nota que los republicanos han acudido en masa”, dijo a los periodistas, llevando una gorra de béisbol roja con el lema “Make America Great Again” (Hagamos grande a Estados Unidos otra vez). Dijo que no había preparado un discurso sobre los resultados —favorables o desfavorables— diciendo, “No soy (del Partido) Demócrata. Puedo hacer un discurso con muy poco aviso”.
Harris, la vicepresidenta demócrata, hizo entrevistas en radio en los estados en disputa de Pensilvania, Georgia y Carolina del Norte. Ella sería la primera presidenta mujer si es elegida, y ha prometido trabajar con ambos partidos para abordar las preocupaciones económicas y otros temas, sin desviarse radicalmente del rumbo establecido por el presidente Joe Biden.
Trump, el expresidente republicano, prometió reemplazar a miles de trabajadores federales por elementos leales a él, imponer amplios aranceles a aliados y enemigos por igual, y llevar a cabo la operación de deportación más grande en la historia de Estados Unidos.
En Scranton, Pensilvania, Liza Fortt llegó a su centro de votación en una silla de ruedas. No se sentía bien, pero dijo que salió de todos modos a votar por Harris.
“Significa mucho para mí y para mis nietos, mis nietas, mis sobrinas... Esperaba ansiosamente que llegara este día”, dijo Fortt, quien tiene 74 años y es negra. Señaló que nunca pensó que tendría la oportunidad de votar por una mujer negra en una contienda presidencial.
“Estoy orgullosa de ver a una mujer, no solo a una mujer, sino a una mujer negra”, dijo Fortt.
Harris y Trump llegaron al día de las elecciones centrados en siete estados en disputa, en cinco de los cuales, Trump ganó en 2016 antes de que se inclinaran por Biden en 2020: el llamado “muro azul” compuesto por Pensilvania, Michigan y Wisconsin, así como Arizona y Georgia. Nevada y Carolina del Norte, donde demócratas y republicanos ganaron respectivamente en las últimas dos elecciones, también estaban muy disputados.
Tommy Ray Brewer, mecánico automotriz de 72 años, votó por Trump en Black Mountain, Carolina del Norte, gravemente afectada por el huracán Helene.
“La gente está realmente dividida ahora. Están enojados. Están furiosos por la situación en la que se encuentra Estados Unidos”, dijo Brewer. “He escuchado a personas decir que estamos en mejor forma que nunca. Pero yo pregunto, ‘¿han ido al supermercado, han ido a la gasolinera?’”
Lo cerrado de la contienda y el número de estados en juego aumentaron la probabilidad de que, una vez más, no se conozca un vencedor en la noche de la elección.
En la contienda presidencial de 2020, pasaron cuatro días antes de que se declarara un ganador. Sin embargo, Trump ha afirmado sin fundamento que, si perdía, sería debido a un fraude. El equipo de campaña de Harris se preparaba para que el expresidente intentara declarar su victoria antes de que se conociera un ganador el martes por la noche o pretendiera impugnar el resultado si ella gana. Hace cuatro años, Trump puso en marcha una campaña para anular la voluntad de los votantes que terminó en la insurrección del 6 de enero de 2021 en el Capitolio de Estados Unidos.
Trump dijo el martes que no tenía planes de decirle a sus seguidores que se abstuvieran de la violencia si Harris gana, porque “no son personas violentas”. Cuando se le preguntó si aceptaría los resultados de la contienda independientemente del resultado, Trump dijo, “Si es una elección justa, sería el primero en reconocerlo”. Visitó una oficina de campaña cercana para animar al personal antes de una fiesta en un centro de convenciones aledaño.
Harris ya votó por correo en California, su estado natal. Ella estará en una fiesta de observación en su alma mater, la Universidad Howard en Washington.
Cada candidato llevaría al país a un nuevo terreno Harris, de 60 años, sería la primera mujer, la primera mujer negra y la primera persona de ascendencia surasiática en ocupar el máximo cargo. También sería la primera vicepresidenta en ejercicio en ganar la Casa Blanca en 36 años.
“Creo que este es un punto de inflexión en cuanto a que es ahora cuando tenemos dos visiones muy diferentes del futuro de nuestra nación”, dijo Harris el martes, en una entrevista con The Big Tigger Morning Show en V-103 en Atlanta. “Y la mía está enfocada en el progreso”.
Una victoria coronaría una campaña vertiginosa como ninguna otra en la historia estadounidense. Harris ascendió a la cima de la candidatura demócrata hace menos de cuatro meses, después de que Biden, enfrentando una enorme presión de su partido tras un desastroso desempeño en un debate, pusiera fin a su candidatura a la reelección.
Trump, de 78 años, sería el presidente de mayor edad jamás elegido. También sería el primer presidente derrotado en 132 años en ganar otro mandato en la Casa Blanca, y la primera persona condenada por un delito grave en ocupar el Despacho Oval.
Sobrevivió por milímetros a un intento de asesinato en un mitin en julio. Agentes del Servicio Secreto frustraron un segundo intento en septiembre.
Una victoria de Trump confirmaría que un número suficiente de votantes no hizo caso a las advertencias de muchos de los exasesores del expresidente o que, en cambio, dio prioridad a las preocupaciones sobre la economía o la frontera entre Estados Unidos y México por parte del gobierno de Biden y Harris.
Esto prácticamente garantizaría que el magnate evite ir a prisión tras ser hallado culpable de ocultar pagos para silenciar a una actriz de películas para adultos durante su primera campaña presidencial en 2016. Su sentencia en ese caso podría darse este mismo mes. Y al asumir el cargo, Trump podría poner fin a la investigación federal sobre su intento de anular los resultados de las elecciones de 2020.
La posible turbulencia de un segundo mandato de Trump se ha visto magnificada por su adopción del ala más derechista del Partido Republicano y su desprecio por las normas democráticas establecidas. El expresidente ha usado una dura retórica contra Harris y otros demócratas, llamándolos “demoníacos”, y ha insinuado que podría emprender una acción militar contra personas a las que llama “enemigos internos”.
Harris, al señalar las advertencias de los exasesores de Trump, lo ha etiquetado como “fascista” y lo ha culpado de poner en peligro la vida de las mujeres al nominar a tres de los jueces que anularon el fallo en el caso Roe vs. Wade. En las últimas horas de la campaña, intentó adoptar un tono más positivo y pasó todo el último lunes sin mencionar el nombre de su oponente republicano.
Al acercarse el día de las elecciones, funcionarios federales, estatales y locales expresaron su confianza en la integridad de los sistemas electorales de la nación. Sin embargo, estaban preparados para enfrentar lo que, dicen, es un nivel sin precedentes de desinformación extranjera, particularmente de Rusia e Irán, así como la posibilidad de violencia física o ciberataques.
Ambos bandos tienen ejércitos de abogados en anticipación de los posibles desafíos legales durante y después del día de las elecciones. Y los organismos del orden público de todo el país están en alerta máxima por la posible violencia.